El 8 de
abril de 2011 murió Jorge Ledo, quien en vida fuera uno de los presidentes más destacados
en la rica historia de Olimpo. Para algunos será poco tiempo (es cierto, sólo pasó una década), pero para el pueblo aurinegro equivale a una eternidad.
Porque Olimpo tuvo algunos buenos años
sin él, incluso en Primera División, pero nunca dejó de sentirse huérfano del “Ronco”. El hincha
admiró sus virtudes y -hasta- aceptó sus miserias.
Cuando se
llega al Roberto Carminatti, se puede
observar en las paredes que rodean el estadio varios murales. Están los ídolos:
el “Ruso” Schmidt, el “Negro” Cheiles,
el “Cota” Álvarez y el “Flaco” Delorte, por ejemplo. Hasta aparecen Diego Armando Maradona y Lionel Messi.
Y hay un sector, al lado del portón donde se ingresa a la platea, sobre calle
Ángel Brunel, donde se homenajea a los presidentes más importantes de la
historia del club: el uruguayo Jorge
Avellanal, fundador de la institución; el mencionado Carminatti, quien
construyó el estadio; y Jorge Ledo, principal artífice de las más grandes
hazañas de Olimpo en el fútbol grande de la Argentina. Dichos logros
deportivos e institucionales son los que, después de varios años, enriquecen su
obra y acrecientan su recuerdo.
Con Jorge Ledo se fue una gran porción de la vida
dirigencial de Olimpo. Porque si algo caracterizó a Ledo, que en definitiva significó su mayor atributo como presidente aurinegro, fue
defender sus colores. A rajatabla. Fue
el capitán del barco y el bombero en los incendios.
En su
trayectoria, y debido a su personalidad tan particular y distintiva, que lo llevaba a
gobernar de manera unipersonal, supo ganarse amigos y enemigos. Un hombre de
carácter avasallante y escudo protector de un club que, al momento de asumir, en 1995, se encontraba prácticamente en la ruina.
Cuando
agarró el timón, enérgico y perseverante pese a los golpes, enderezó la nave. A partir de una política económica austera
pero eficiente, Olimpo saldó sus deudas y salió del pozo, para encarar el
futuro con una mirada mucho más optimista.
Ya de
entrada, le devolvió las alegrías al pueblo aurinegro.
Un año después de alcanzar la presidencia, en
1996, lo ascendió a la “B” Nacional, después de unas finales para el
infarto con Villa Mitre. El triunfo ante los tricolores fue el puntapié inicial de una etapa inolvidable del
club, repleta de festejos.
Un dirigente con virtudes y defectos, que
entendía de fútbol.
De los que no abundan. Y los resultados lo avalan. Alfaro, Falcioni, Madelón, De Felippe. Técnicos, elegidos por Ledo,
que enriquecieron sus carreras gracias a sus periodos en Olimpo. Horas y horas
pasó en la AFA, en sus cientos de viajes a Buenos Aires. Atento a cualquier
movimiento, aprovechó al máximo sus charlas con Julio Grondona. Ni se mosqueaba por las designaciones de
los árbitros; Ledo siempre decía que,
para que te vaya bien, no te debían soltar la mano los jueces de línea.
Fiel a sus
convicciones, cumplió varias de sus promesas. En 2001, por ejemplo, el “Aurinegro”
estaba al borde del descenso en la “B” Nacional. Muchos no creyeron cuando aseguró que iba a armar un equipo competitivo
para ascender. Y lo hizo. Gustavo
Alfaro, Ceferino Díaz, Mauro Laspada, José “Cachi” Zelaya y un joven Leandro
Desábato, entre otros, lograron el primer ascenso a la máxima categoría. Fue el título que, según sus dichos, más
disfrutó.
Después de
bajar en 2006, prometió que Olimpo iba a regresar al año siguiente. Con Leonardo Madelón desde el banco y los
goles de Ismael Blanco, el elenco bahiense volvió a ser de Primera.
Y si de
acertar se habla, dio en la tecla
hasta el último de sus días. Confió en Omar
De Felippe, ayudante de Falcioni en su paso por Bahía, y, en el año del
Centenario, otra vez el club bahiense se situó entre los mejores del país.
Fanático hasta la médula. Si hasta llegó a decir que “Olimpo es el Boca de Bahía. O lo querés o
lo odiás. O sos de Olimpo, o sos contra de Olimpo. No hay términos medios.
Y me gusta que así sea”. Polémico, incisivo, irónico… Y ganador por naturaleza.
Podemos
coincidir o disentir si nos referimos a Jorge Ledo y “sus modos”, pero no caben
dudas que la historia institucional y deportiva de Olimpo cambió notablemente
con su llegada. Fue la cara visible de los títulos, de la remodelación del
Carminatti y del renacimiento de un club histórico para la Liga del Sur que,
con el incondicional aporte de un dirigente muy capaz, permaneció durante más de 20 años en un sitio de privilegio en el
fútbol argentino, en la época que en Primera sólo jugaban los 20 mejores equipos del
país. Jorge Eduardo Ledo fue el actor principal de esa película. Por eso, el hincha aurinegro jamás olvidará al (ya a esta altura) mítico “Ronco”. El verdadero "Dios del Olimpo".