lunes, 31 de julio de 2017

LA OBRA CUMBRE DE LA GENERACIÓN DORADA: ATENAS 2004


El bahiense Alejandro Montecchia, uno de los bases del histórico equipo de Rubén Magnano, recordó la obtención de la medalla dorada en Atenas, el 28 de agosto de 2004. Aquella noche de gloria, Argentina venció a Italia 84 a 69 y se subió a lo más alto del podio.

“Es una fecha importantísima para todos los que estuvimos ese día, en ese lugar, ante semejante acontecimiento histórico para el deporte argentino. Se me viene a la cabeza lo que viví y las emociones, que fueron muy fuertes”, dijo el “Puma” en diálogo con El Deportivo 24.

Montecchia revivió los momentos salientes de aquella epopeya deportiva: “El primer partido lo definimos con un doble tremendo de ‘Manu’ sobre la chicharra. Le ganamos otra vez a Estados Unidos y también vencimos a Grecia, el local. Creo que fueron distintos acontecimientos de una tremenda relevancia. El broche de oro fue la final y haber ganado la medalla dorada”.

“Esas dos semanas fueron inolvidables. Fue el primer juego olímpico para muchos, una verdadera fiesta deportiva. Estar ahí adentro te marca de por vida”, reconoció el ex base bahiense.

Además, destacó un hecho en el partido final que no pudo ser percibido por las cámaras entres los representantes de Bahía Blanca, Ginóbili, Sánchez y él: “Hubo un abrazo que no se vio en las imágenes, cuando todavía no había terminado el juego y el ‘Chapu’ (por Andrés Nocioni) tenía dos tiros libres, en el que nos encontramos ‘Manu’, ‘Pepe’ y yo en la mitad de la cancha y nos dijimos un montón de cosas que realmente emocionaban. Ya sabíamos que éramos campeones”.

“Salir campeón olímpico no se compara con nada, es como tocar el cielo con las manos", aseguró conmovido. "Es lo que sentí personalmente. Fue un antes y un después, porque empecé a disfrutar más del básquet y de mi familia. Encaré todo mucho más relajado, ya el esfuerzo lo había hecho, quedaba disfrutar”, agregó el ex base del seleccionado.

Estos muchachos son gigantes de verdad. Incansablemente, torneo a torneo, cruzaron cualquier barrera posible e hicieron que el básquet, como pocas veces en la historia, sea un deporte no tan lógico. Un grupo repleto de virtudes deportivas, que serán el ejemplo a seguir de las generaciones posteriores.

Para finalizar, el “Puma” dijo que “después de mirar los juegos de Londres, uno toma real dimensión de lo que se logró, de lo difícil que es repetir un oro olímpico para nuestro deporte. Es un orgullo haber sido parte de semejante hito para el básquet”.

En Atenas, la Generación Dorada del básquet argentino dio el primer gran paso hacia la inmortalidad. Después de ese hecho, el equipo se ganó el mejor de los premios: el reconocimiento eterno. Ninguna derrota posterior empañó la inmensidad de lo conseguido.

-